LAS ENFERMEDADES
Clases de enfermedades, son dos: una son las
externas y otra las internas.
- Externas:
vienen provocadas por agentes externos como el clima, la contaminación, la
alimentación y virus o bacterias propagados por el aire.
Estas entran en el cuerpo físico por: la piel,
la boca, la nariz y aparato genital.
Corrección para ellas, aseo, alimentación limpia y natural, aire puro
y relaciones seguras.
En cualquier caso solo pueden entran en el
cuerpo si tus defensas están débiles, si son fuertes no permitirán que nada
nocivo entre en tu ser, peleando para destruir cualquier invasión.
- Interna:
son las provocadas en el interior del cuerpo.
Pueden ser genéticas: que se despertaran o no dependiendo de
la persona. Y se es consciente de ellas es posible anularlas.
Órgano débil: cuando nada en el exterior ha
causado la enfermedad, significa que es interna. Un órgano, tejido, músculo o
hueso esta débil se ha debilitado a causa de que sus células no tienen la
fuerza y salud suficientes para poder estar bien. A las células como al resto
del cuerpo, les mueve la energía, y la energía sigue al pensamiento.
Por lo tanto toda enfermedad interna podemos
decir que es creada por pensamiento. Si es negativo, pesimista, triste,
obsesivo, no se ama, se infravalora, las células de tu cuerpo recibirán
esa transmisión de reproche, de falta de cariño y amor por el mismo cuerpo y
sus componentes.
Si a esos pensamientos les añadimos una
emoción, eso forma una gran explosión de energía que si no se exterioriza,
buscara alojamiento en tu ser interno, debilitando la zona en la que se sienta
identificada. El cuerpo es inteligente y sabio, de la misma manera que sabe
donde tienen que ir los azucares, las proteínas, las grasas y los
desechos físicos, también sabe donde llevar a los pensamientos positivos,
negativos, repetitivos, preocupaciones y sufrimientos energéticos.
PARTES
DEL CUERPO Y SU RELACIÓN CON LOS SENTIMIENTOS:
Al hígado: va la rabia y los sentimientos reprimidos.
Al estomago: las preocupaciones.
A los pulmones: la tristeza.
A los riñones: los miedos.
A las piernas: el agobio mental. A los brazos: conflictos con la
autoridad.
La espalda: (lumbares) miedos, (cervicales) cargas que te creas, que
no te corresponden.
Las manos y los dedos: están conectados con la cabeza, las
tristezas y pensamientos negativos., que podemos subsanar moviendo las muñecas y los dedos
reiteradamente.
Solo hay dos tipos de enfermedades,
aquellas inevitables que acontecen y aquellas que son creadas por la persona.
También hay dos tipos de personas, aquellas
que luchan contra la enfermedad, que ponen todo de su empeño en sanar. Y
aquellas que se sienten víctimas de la enfermedad y esperan un milagro.
En nuestra sociedad actual, la mayoría de las
enfermedades son creadas y hay una gran parte de personas que se sienten
víctimas de algo o alguien, bien por maltrato, por miedo, por desamor, rencor,
por motivos familiares, de trabajo, de pareja, o por falta de responsabilidad
hacia sí mismos. A lo largo de la vida desde que nacemos adquirimos ciertos
comportamientos y pensamientos que van a ser significativos en nuestra edad
adulta, muchos de ellos son negativos y perjudiciales para nuestra salud, como
son las creencias limitadoras, la enfermedad, el dolor, el sufrimiento.
Cada uno de nosotros va a crearse una burbuja
de acuerdo con el entorno que le rodea, su cultura, religión y creencias.
A unos les afectara mas el miedo, el abuso, el
dolor y a otros la falta de atención, de cariño etc. Todos esos patrones se van
instalando en nuestro ser de forma permanente si no son expulsados, creando
desajustes a nivel físico, emocional y mental. Si tu comes muchos dulces, al
principio el cuerpo no nota el daño, pero con los años empieza a dar síntomas
de que algo va mal, como diabetes. En lo energético ocurre lo mismo, al
principio no se muestra pero a la larga asoma en forma de depresión,
falta de valoración, altibajos en el carácter, etc. Es importante tomar
conciencia de cual es la información errónea grabada en nuestras células y
borrarla, ponerla a cero para comenzar una vida sana y plena.
Hemos y seguimos heredando muchos
comportamientos erróneos, todos basados en el poder y el dominio. Nos hemos
sentido victimas indefensas de creencias, actos y pensamientos.
La persona que se siente víctima es alguien
que sufre por diferentes razones y causas. Puede ser por necesidades no
cubiertas, por molestias físicas, enfermedad, falta de energía, confusión,
abuso en cualquier nivel etc. Estas personas inconscientemente generan
pensamientos y comportamientos nocivos para su bienestar. Se queja de su
situación, se culpa a él mismo o culpa a los demás, a Dios y a la vida de lo
que le sucede. Esto impide que la energía fluya de manera correcta
provocando bloqueos en zonas del cuerpo, afectando a su ser físico,
mental, emocional y energético, debilitándose enormemente.
Analizaremos más profundamente a este tipo de personas. Hay víctimas de todas clases y con diversas causas:
Este es el ejemplo de las personas jubiladas que han dejado de trabajar. Al
principio sienten que al no trabajar tendrán más tiempo para hacer esas
cosas que antes no podían. Que van a estar más descansados y que van a
disfrutar de su tiempo libre. Aceptan su jubilación como una liberación de sus
cargas. Ese pensamiento es temporal y en pocos meses se acaba
desvaneciendo. De la noche a la mañana se ponen enfermos, su estado anímico los
debilita, asoma la depresión, el cansancio injustificado, mareos, desgana y
altibajos en el carácter. Todo ello acompañado de un toque pesimista, incluso
en algunos casos de mala leche. Hay personas que viven como si estuvieran
constantemente enfadados con el mundo.
Para estas personas el haber pasado de estar
activos durante mucho tiempo a estar sin tener nada que hacer, les supone
un bajón en su autoestima y seguridad impresionantes. A la larga esto les
lleva a pensar que su vida ya no tiene sentido, que no valen para nada y
que prefieren morirse a otras cosas.
Lo que les ocurre a estas personas es que han
dedicado toda su vida únicamente al trabajo. No han aprendido a disfrutar de
unas vacaciones, de paseos, de hacer algo creativo, de hacer deporte, de estar
con su familia o consigo mismos. Lo
único que sabían hacer era trabajar y trabajar. En el momento en que ese
trabajo, en el que se sentían útiles desaparece, se quedan vacíos,
desorientados, aburridos e inválidos.
A pacientes de 68 años, que por ejemplo han
trabajado como militares hasta su jubilación. Personas acostumbradas a dar
órdenes. Que todos respetaban y obedecían. Cuando se ven en casa,
ayudando en las labores del hogar a su mujer, se les cae el mundo encima. En su
mente simplemente esa situación no encaja, no puede ser posible, ellos
necesitan mandar y tener la conciencia de que el resto les hacen caso. Como no
tienen a nadie a quien disciplinar, ponen todo el peso de su debilidad sobre
sus mujeres o las personas que están a su cargo.
Ellos están como una rosa, pues les miman con
sus comidas especiales hechas con mucho cariño. Tienen compañía, todo el mundo
les llama preocupándose por su salud. Sus hijos les contemplan todo lo que
pueden y no les falta ningún cuidado. ¡Qué más puede pedir! Para ellos, estar enfermo es una bendición. Mientras sus
mujeres enferman poco a poco por falta de ejercicio, de aire, de comunicación
con el exterior. Y se les va la vida… y como en muchas ocasiones ocurre, cae
antes el cuidador que el enfermo.
Mujer de 45 años. Su diagnostico era depresión
clínica y había sido declarada incapaz, hacia ya varios años. Invalida para
muchas funciones. Tomaba pastillas para la depresión y la ansiedad desde hacía
unos quince.
“Me siento débil la mayor parte del día. No duermo.
Cuando me levanto por la mañana, ya me siento cansada. Todo me fatiga. Siento
que soy una carga para mis familiares ya que dependo completamente de ellos,
soy una inútil”
-
¿Qué es lo que no
quieres sentir?
-
No quiero sentirme
débil, cansada o deprimida.
-
¿Cómo quieres
sentirte?
-
Quiero sentirme
fuerte. Sentir alegría.
-
Se le pregunto si
encontraba algún beneficio en sentir esa debilidad. Después de un momento de
reflexión dijo que cuando se encontraba así la prestaban más atención y por lo
tanto se preocupaban más de ella. Se siente mimada y eso la hace estar fuerte y
bien.
-
Descubrimos que esta
persona está sacando de su estado negativo un beneficio para su situación.
-
Ahora lee estas
respuestas al contrario y observa los recuerdos, creencias o pensamientos que
te vienen a la cabeza.
-
Para sentirme fuerte,
tengo que sentirme más viva y alegre, tengo que sentirme querida, mimada, que
se preocupen por mí, que me den atención. Y para tener todo eso debo
estar débil.
Es decir: Para sentirme fuerte, tengo que
mostrarme débil.
Todo esto forma una cadena en la que un
sentimiento afecta a otro, ambos son inseparables. Debemos reflexionar sobre
las causas que originan esa gran cadena para poder desmontarlas.
Cuando se le pregunto a la paciente: ¿de
dónde crees que viene esto? Ella respondió:
Cuando era pequeña, era muy activa, no podía
estar quieta. Mi familia se enfadaba conmigo y decían que estaba fuera de
control. Me sentía juzgada, menospreciada y no me sentía querida. Mi hermana
era la favorita, tenía buenas notas y se portaba bien. Mis padres le
recompensaban con constantes atenciones y regalos.
Solo en dos ocasiones me sentí querida por
ellos. La primera fue cuando sufrí una neumonía, a los cuatro años y la segunda
a los cinco, cuando tuve un accidente que me impidió caminar durante meses.
A los diez años ya sufría lo que luego
aprendió que serian depresiones. Esta mujer, fue formando su imagen y carácter
partiendo de decisiones y pensamientos tomados inconscientemente, todos ellos
propiciados por la necesidad de sentirse amada y conectada con sus familiares.
En su infancia se vio obligada a tener pensamientos como estos:
Hay algo mal en mí, nadie me quiere tal y como
soy. Cuando me muevo y me divierto nadie me quiere; Debo calmarme para que me
quieran. Todo lo que hago lo hago mal, me quieren cuando estoy débil y enferma.
Muchas veces somos
lo que los demás quieren que seamos. Dejando a un lado nuestra propia
personalidad. Perdiendo en ese proceso el poder y la verdadera naturaleza de
salud y bienestar innatos.
EJERCICIO:
Cinco cosas que te gustan de ti, cinco que te
disgustan.
¿Qué necesitas para hacer que las que no te
gusten cambien?
Cinco que te gustan de la gente y 5 que te
disgustan la misma pregunta
¿Cómo eres? ¿Cómo te gustaría ser? ¿Qué
necesitas?
¿Qué tienes y que te gustaría tener? ¿Qué
necesitas para conseguirlo?
Cierra los ojos, disponte a
relajarte, inspira profundamente, suéltalo lentamente siente la tierra donde
están tus pies.
MEDITACION
NO PENSAR
Ponte cómoda, tomas tres respiraciones profundas,
interioriza un poco, ahora céntrate solo en lo que mi voz te vaya
diciendo, pasaremos por los cinco sentidos. Si vienen pensamientos a tu
mente, no te pares a analizarlos, déjalos pasar y vuelve a centrarte en
la respiración. Bien observa como entra el aire por tu nariz , en cada
respiración y como al expulsarlo sale con una temperatura diferente y más
pesado…..ahora siente la silla en la que estas sentada, su dureza, su temperatura,
y como sostiene tu peso …ahora observa tus manos, su calor, su frío, su tacto
al contacto con tu pierna, su suavidad… ahora escucha los sonidos de la
habitación …si puedes escucha los sonidos internos de tu cuerpo, tu vibración,
tu latido, tu pulsación…. Ahora céntrate en lo que tus ojos están viendo,
oscuridad completa, luz tenue, espacio, vacío, expansión… bien poco a poco vas
abriendo los ojos. Que tal? Cuando tu estas concentrado en lo que haces, el
pensamiento se para y disfruta del ahora. Practica!
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